viernes, 20 de febrero de 2009

Pozole rojo

En ese extraño trabajo de matar el tiempo, los tabloides sangrientos se han vuelto un material de reflexión. Hace unos días, uno de éstos publicó en primera plana la fotografía de un tambo de basura, en cuyo interior se halló un cadáver disuelto en ácido, discretamente cubierto por bolsas de plástico negras. El tambo estaba volcado y por la calle chorreaba un sugerente líquido rojizo, el cual, según el reportero de la nota, despedía un olor pestilente.

El tambo sólo revolvió mi estómago. Pero había algo más en la foto. Dos peritos con chalecos distintivos manipulaban el tambo. El primero era un hombre que daba la espalda a la cámara. Por eso era imposible saber su edad, su cara, apenas se adivinaba su silueta bajo el chaleco.

La segunda era una mujer joven. Quizá de no más de 25 años. Era la perito fotógrafa, que tomaba las imágenes de macabro “pozole rojo” (como tituló el tabloide a la nota) con sus rigurosos guantes de látex.

Pensé en las güeras del CSI Las Vegas, Miami, Nueva York. Nuestra versión mexicana tenía todavía una cara joven. Era morena y facciones más bien dulces. Tenía el pelo rizado teñido de rojo y recogido en una cola de caballo. Mantenía los mechones fuera de la cara con varios pasadores y broches de colores. Su figura era robusta, y llevaba unos jeans entallados. En lugar de los tacones imposibles de las güeras de CSI, usaba unos tenis para correr.

Pensé en su posible historia. ¿Cómo llegó la chica del cabello con broches de colores y jeans entallados a fotografiar tambos de basura con cadáveres diluidos en ácido? ¿Qué estudió? ¿Fotografía?, ¿medicina?, ¿técnico forense? ¿Le gustará su trabajo? ¿será su vocación o no pudo conseguir otro empleo?

La morenapelirroja revisó la escena del crimen secundaria acompañada de su cámara barata, su único compañero y su chaleco de perito.

Reviso el tabloide para ver si no hay más fotografías. ¿quién más estaba en la escena secundaria? Supongo que había policías, pero no salieron en la foto. La morenapelirroja parece tranquila mientras hace su trabajo.

Paradójicamente, las güeras de CSI parecen más verosímiles, ya que son personajes tan fantásticos que, como a los unicornios, se les puede imaginar. Transitan desde sus trajes sastre, sus peinados de leonas o sus alaciados perfectos y su maquillaje impecable por las escenas del crimen. También parecen tranquilas mientras revisan cadáveres y restos humanos. Pero en televisión esa serenidad no es tan perturbadora.